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La esperanza es revolucionaria
 

Los nuevos caudillos de una vieja enfermedad crónica, el fascismo, se pavonean en la escena con el mismo aire juvenil que podría tener un zombi maquillado. Del futuro, mientras tanto, como si fuera una visión próxima y oscura, nos acosan las lenguas grises del automatismo y la precariedad.
 

Nuestro presente es una trinchera frágil y delgada, atrapada entre el recuerdo traumático y la distopía. La esperanza mengua, como una vela a sólo un soplido de extinguirse. Ya es duro despertarse para el trabajo con poco pan de cada día. Difícil es no ceder al fiasco. “¡Resignación!”, nos gritan los algoritmos del capital, que nos quiere hundidos en la desesperanza.
 

Y, sin embargo, la necedad de resistir se impone:


Organizarse. Participar. Formarse.

Creer.


Guardar la esperanza de que la batalla no está perdida. Que un mundo mejor –más justo, más solidario, más sostenible– no está a la vuelta de la esquina, pero todavía es posible.


Divulgar, complotar, inspirar, piratear: son tareas a las que podemos comprometernos para revertir el declive.


Desde Filosofía Afilada actuamos:

  • Para la accesibilidad del conocimiento, contra las barreras de la información

  • Por la multiplicación de perspectivas y un mundo multipolar

  • Contra el capitalismo, el colonialismo, el fascismo y el ecocidio


La esperanza es revolucionaria.

El conocimiento, también.

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