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Lo irreal intacto en la realidad devastada

Reflexiones sobre la pandemia

Por Luz Ascárate (1)


Nuevamente, como en la mayor parte de las distopías contemporáneas, los causantes son los mismos que se enumeran en los diagnósticos críticos de la crisis que atravesamos: la despreocupación por la naturaleza, la hybris humana que se alimenta de lo prohibido, la experimentación científica, las políticas contemporáneas de Estado. Pareciera que nuestro imaginario dicta silenciosamente el armazón interpretativo con el que nos acercamos al fenómeno de la pandemia actual.

Tormenta de arena en Texas, 1935.

En 1940, miles de belgas, holandeses y franceses se desplazan hacia el sur de Europa escapando de los alemanes. Las consecuencias sociales, políticas y económicas son considerables [2]. Este hecho ha sido calificado como un Éxodo, recordando la huida bíblica de los israelitas de Egipto. El enemigo del que escaparon centenares de peruanos, viajando de Lima hacia las provincias en las primeras semanas del confinamiento del 2020, es invisible: la precariedad económica. Quizá escapaban realmente de un mundo en el que los valores económicos son más importantes que los valores de vida. Lo cierto es que las imágenes de este éxodo se acumularon a las imágenes de catástrofe que hemos visto en este periodo y para las que no nos habían preparado lo suficiente nuestros conocimientos de historia universal, incluso si Chomsky se esfuerza por comparar el estado actual con el de la Segunda guerra mundial [3].

Al inicio de Interstellar otra imagen de catástrofe nos es revelada. El mundo ha perdido una gran parte de los valores de producción. La constante paisajística está constituida por la arena; a los seres humanos nos cuesta respirar. En el semblante de los protagonistas se refleja la nostalgia de un pasado confortable que se echó rápidamente a perder. Nuevamente, como en la mayor parte de las distopías contemporáneas, los causantes son los mismos que se enumeran en los diagnósticos críticos de la crisis que atravesamos: una despreocupación por la naturaleza, la hybris humana que se alimenta de lo prohibido, la experimentación científica, las políticas contemporáneas de Estado. Pareciera que nuestro imaginario dicta silenciosamente el armazón interpretativo con el que nos acercamos al fenómeno de la pandemia actual.

Sea como fuere, dos crisis en tensión, la sanitaria y la económica, dirigen las discusiones socio-políticas mundiales: ¿qué crisis es la más urgente?, ¿debemos preocuparnos ante todo de la crisis de sanitaria o de la crisis económica? Quisiéramos nosotros reflexionar aquí acerca de una crisis que, de algún modo, creemos, implica a las dos anteriores y es la causante de la oposición vida-economía: la crisis de valores, comprendiendo al valor como la tonalidad propia del espíritu o de la percepción de la realidad. ¿Podrían estos mantenerse intactos frente a una realidad que se denuncia devastada?

Un reflejo de nuestro imaginario es comparar el estado actual con aquel de la peste negra. Y es que si algo nos llama la atención de este imaginario interpretativo es la caracterización del estado actual como un castigo divino frente a nuestra falta de cuidado por la naturaleza, frente a nuestro aceleracionismo capitalista, o a la producción desaforada, tres formas del mismo espíritu contemporáneo. Esta es quizá la razón por la que pensamos rápidamente en la peste. El rasgo característico de la peste no es simplemente el esparcimiento de la enfermedad incontrolable, sino, sobre todo, el hecho de que ha sido producida como un castigo divino a un “malvado” comportamiento humano. Aún más, esta pandemia no es solo castigo divino, nos permite además imponérnosla como denuncia moralista frente al acto “inmoral” de no “tener cuidado”: salir de casa, acercarnos demasiado al desconocido, no respetar los gestos barrera, en suma, no pensar en el otro. Podríamos verla como la excusa perfecta para activar la falta de super-yo, que el último tufillo del moralismo moderno les increpa a las sociedades contemporáneas. El hecho de que el castigo divino se haya impuesto como interpretación de la causa de la peste puede verse ya en el 1630 [4] cuando Poussin retrata la Peste bíblica en La peste de Asdod. Poussin debió haber querido reflejar la atmósfera que percibía alrededor suyo encontrándose él en Roma. Como hoy, en el cuadro vemos gente desahuciada, personas que ayudan, personas que pasan al lado tapándose la nariz y la boca, y algunos que observan la desgracia desde el balcón. Este cuadro, inspirado en la peste que azotó Italia, tiene como protagonistas a los filisteos, pero los filisteos se encuentran en una ciudad al estilo de la Antigüedad, lo que nos recuerda a los episodios descritos por Tucídides [5] sobre la peste que ataca a Atenas en su Historia de la guerra del Peloponeso. ¿Habrá querido Poussin reflejar con esto la trans-historicidad de la masacre de la epidemia, esto es, los gestos, las emociones y afectos que surgen en momentos similares en diferentes períodos de la historia? Según Scheler, es justamente esta vida afectiva la que funda la ética. Y, en nuestras discusiones contemporáneas, si hay algo que no falta son las denuncias éticas que se filtran detrás de las denuncias económicas, políticas y sociales.

Poussin, La peste en Asdod (1630). Museo del Louvre

Así, algo en lo que están de acuerdo casi todos los pensadores es en la denuncia de la forma en la que hemos venido haciendo Estado o sociedad en desmedro de lo humano, independientemente de si estos piensan que el contexto mundial actual pueda ser suficiente o no para revertir esta situación. Markus Gabriel anuncia la llegada de una viruscracia en Europa: un orden en el que es el miedo al virus y no los ideales de la democracia los que constituyen la nueva organización política, una organización que se muestra ya capaz de desvirtuar el principio kantiano de la protección de todas las vidas por la protección de sólo algunos cuantos [6]. En esta misma línea, Žižek critica el principio capitalista que nos lleva a la barbarie: la idea de estar dispuestos a sacrificar a la población anciana y vulnerable por la defensa de la estabilidad económica, como en el caso sueco o, inicialmente, el británico [7]. Finalmente, Badiou aprovecha la ocasión para criticar el mercado mundial capitalista, causa mucho más evidente de la situación actual que el mercado de Wuhan: serían las reglas del mercado global de los Estados burgueses las que han dado las condiciones para el acaecimiento de la pandemia [8]. Frente a ello, la propuesta de Gabriel, Žižek y Badiou es el de la búsqueda de relaciones humanas, políticas, sociales y estatales, fundadas en la solidaridad, lo que Žižek llama, una nueva forma de comunismo. A este grupo se suma Piketty con la propuesta de estimular las economías de lo social en los países desarrollados e implementarlas en los países menos desarrollados [9].


Pareciera que, frente a estas nuevas condiciones, lo primero que nos exige la realidad es una nueva forma de percibir, un percibir constituido por valores tales que nos hagan pensar en términos de solidaridad y no en términos de competencia y propiedad privada, los cuales están fundados en una estructura de valores que Scheler califica como “invertida” desde el nacimiento de la sociedad burguesa, y que se acentúa en el contexto de los Estados posdemocráticos neo-liberales. Un nuevo orden solidario de valores podría ser, acaso, la salida de aquella crisis de valores que nos ha llevado a tal estado mundial donde la salud se opone a la economía. Creemos pues que un nuevo orden, donde la solidaridad del ser humano con el otro y con la naturaleza se impone como valor fundamental, es urgente. Tal vez, justamente, en esta actitud solidaria de lo humano radique nuestra única posibilidad de salir de la crisis. Es en ese sentido que leemos una segunda pintura de Poussin dedicada al mismo periodo de peste: La aparición de Santa Francisca Romana. En esta, la caridad de la santa representa la victoria frente a la peste personificada en una figura decadente, a la vez demoniaca y humana, atacada por el ángel [10].

Nicolas Poussin, Santa Francisca Romana, circa 1657. Museo del Louvre.

Nuestra capacidad de ser solidarios sería tal vez aquello divino que, permaneciendo intacto en cada devastación, nos permite y nos ha permitido continuar adelante como humanidad. Lo cierto es que en este periodo de la universalidad del sufrimiento, en el que no podemos tocarnos, en el que lloramos la pérdida de algunas estrellas, en el que esperamos con ansia ganar el regreso a la costa firme luego de los vaivenes tormentosos, no podemos más que resistir en lo irreal utópico, vacilantes, trémulos, frente a la desaparición pre-reflexiva del presente, si nos es permitido aquí citar este poema de René Char, escrito en 1971 y que se avizora muy actual:

“¿De qué sufres? De lo irreal intacto en lo real devastado, de sus giros aventureros rodeados por llamadas y sangre. De lo que fue escogido y no fue tocado. De la ribera de la que partimos a la orilla a la que llegamos. Del presente irreflexivo que desaparece. De una estrella que, la loca, se acercó y se va a morir antes que yo” [11]

Notas:


[1] Luz Ascárate es doctora en filosofía y ciencias sociales por la Pontificia Universidad Católica del Perú y por l'École des hautes études en sciences sociales (Paris). Actualmente reside en Francia en donde es docente de filosofía a nivel escolar y universitario.

[2] Cf. Alary, Éric, L'Éxode, Paris: Perrin, 2013. [3] Chomsky, Noam, Coronavirus, ¿Qué está en juego?, entrevista disponible en línea: https://www.youtube.com/watch?v=t-N3In2rLI4 [4] Cf. Lucchetti, Enzo, Matteo Manfredini y Sergio de Iasio, La peste de 1630 dans la ville et dans le territoire de parme (italie), Bull, et Mém. de la Société d'Anthropologie de Paris, n. s., t. 10, 1998, 3-4, pp. 411-424. [5] Cf. Mérot, Alain, Poussin, Hazan : 2011, y Joignot, Frédéric, “Le théatre de la peste”, en: Le Monde, publicado el 24 de junio del 2015: https://www.lemonde.fr/arts/article/2015/07/16/le-theatre-de-la-peste_4685576_1655012.html [6] Cf. Gabriel, Markus, https://www.youtube.com/watch?v=OVq4GLIUOp0 [7] Cf. Žižek, Slavoj, Pandemic!, 2020. [8] Cf. Badiou, Alain, “Sur la situation épidémique”, en: Tracs de crise, Gallimard, 20 mars 2020, 20h. [9] Cf. Piketty, Tomas, “Eviter le pire”, en: Le Monde: https://www.lemonde.fr/blog/piketty/2020/04/14/eviter-le-pire/ [10] Hay una discusión entre los intérpretes acerca de si las protagonistas de esta obra son la Virgen y Santa Francisca Romana (representación de caridad) o si, por el contrario, es Santa Francisca Romana quien se aparece a una contemporánea de Poussin como lo es Anna Colonna-Barberini (cf. Szanto, Mickaël, “L'apparition de sainte Françoise Romaine, en : Poussin et Dieu, dirigé par Nicolas Milovanovic y Mickaël Szanto, catalogue d'exposition du Louvre, Paris: Hazan, 2015, p. 194). [11] Char, René, “Rémanence”, en: Le un perdu, Paris: Gallimard, 1971, p. 76. Traducción nuestra.

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